La amplitud modulada siempre me ha ofrecido su respetuosa compañía, simplemente por ser alguien que en lugar de ser escuchada, escucha pacientemente como la mejor de las amigas o como una madre comprensiva, no hace reclamos.
Esta noche, desde mi apartamento (por estar apartado y servir para apartarme de todo) me ha llegado la sensación que se asoma cada domingo: abandono que huele a soledad. Teniendo toneladas de trabajo pendiente y yo que decido ponerme a preparar café, sin embargo aquella sensación de vacío se refleja perfectamente en mi taza.
Las horas parecen ir pasando y sigo igual, igual de asolado, la taza otra vez vacía…el termo también. Me levanto para preparar un poco más y me cae el veinte de que necesitare toda la noche para seguir trabajando y el agua que cae tan lento en la cafetera…
Examino el cuarto con la vista y encuentro mi vieja radio. Turn on. Busco el AM girando la primitiva rueda que indica la estación…al fin encuentro el vacio y la estática, ruidos indescifrables y de variaciones tonales que evitan pensar. El café está listo, sigo trabajando, ahora no tan solo…
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